Benito Sosa y Estela Ríos fueron a pescar al río Colastiné el 19 de diciembre y nunca regresaron. Sus pertenencias estaban en la casa de un vecino.
La pareja a pesar de las discapacidades visuales que ambos padecían (la mujer casi en su totalidad y el hombre muy avanzada), tenían una lancha y cierta relación de amistad con un pescador de la zona: Daniel Basilosky. A él le llevaban ropa, comida y solían pasar buenos ratos en la tranquilidad costera de Santa Fe.
El sujeto se convirtió en el único sospechoso. Fuentes de la investigación indicaron que desapareció también un día después de que uno de los hijos del matrimonio advirtiera a la policía que sus padres no habían regresado. Sin embargo, en la casa de Basilosky estaban el motor, la caja de pesca y otras pertenencias de la pareja. Además en las cercanías de ese lugar, los buzos tácticos encontraron también la lancha blanca en la que habían salido, sumergida y sin el tapón de desagote.
Según informa Clarín, el único sospechoso se encuentra hoy en libertad: sólo tuvo que constatar un domicilio en Santa Fe y debe presentarse a Fiscalía semanalmente como parte de los requisitos judiciales. Para la Justicia, el hallazgo de la totalidad de las pertenencias en su rancho no fueron elementos contundentes para la prisión preventiva en la instrucción penal preparatoria.
Por la zona, los rastrillajes continúan con intensidad: buzos tácticos, grupos especiales de la Policía, personal de la Guardia Rural y perros preparados aún no logran dar con los desaparecidos. «Lamentablemente todavía no hemos podido encontrar a estas personas y en su defecto, los cuerpos. Pero los rastrillajes continúan», explicó el comisario Mario Monzón, director de la PDI.