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Condenaron al exdirector del Centro Cultural San Martín por acoso sexual y maltrato

Diego Pimentel reconoció su responsabilidad por lo que fue condenado a cinco días de prisión en suspenso, asistir durante un año a un grupo educativo para varones violentos y realizar veinte horas de tareas comunitarias en la Federación Argentina LGBT.

Diego Pimentel, director del Centro Cultural San Martin entre 2015 y 2019, fue denunciado por acoso sexual y maltrato, y luego de reconocer su culpabilidad, en un juicio abreviado, el Ministerio Público Fiscal de la Ciudad develó la condena: cinco días de prisión en suspenso más las costas del proceso judicial.

Además, deberá abstenerse de tomar cualquier tipo de contacto directo o indirecto por cualquier medio con las víctimas, asistir durante un año al Grupo Psicoeducativo para Varones que ejercen violencia del Hospital General de Agudos Dr. Álvarez y realizar 20 horas de tareas comunitarias en la Federación Argentina LGBT.

Los hechos que se le imputan a Pimentel son los de maltrato físico y acoso sexual en espacios privados de acceso público, contemplados en los artículos 53 bis y 67 del Código Contravencional de la CABA.

Todas las acusaciones fueron reconocidas por el exdirector del San Martín. Según el informe médico forense realizado al acusado, “se hallaron indicadores, que describen su personalidad de base, tales como narcisismo, relaciones interpersonales conflictivas y dificultades de establecer lazos afectivos”.

El Informe también destaca que el imputado posee “indicadores de una persona irritable, hostil, impulsiva, inmadura, agresiva, explosiva, ansiosa, con sentimientos de dominio y poder y con tendencia a ocultar y evadirse”.

Pimentel, había sido denunciado por Anahí de la Fuente, una joven maquilladora, performer y comunicadora, que trabajaba en el área de Comunicación del San Martín como community manager. Al momento de hacer la denuncia, Anahí contó con el apoyo de Actrices Argentinas.

“Me agarraba de las manos, me tiraba para atrás los brazos, como en un gesto de reducirme. Faltaba que me ponga las esposas. Nunca lo interpreté como un juego. Eso es lo que dice la gente cómplice. ¡Era mi jefe! Lo que hacía era incitar a un juego de violencia sexual, totalmente fuera de lugar. Yo me quedaba paralizada y me intentaba soltar. Me agarraba, me pellizcaba de la cintura, me abrazaba y me apoyaba. Noté que era cada vez más intenso, entonces me puse en alerta, y me dije: esto va a ser peor”, le había contado la maquilladora el año pasado a Infobae.