David Henderson, sospechoso de organizar el vuelo en el que murió el futbolista argentino en enero de 2019, es acusado de actuar de manera imprudente o negligente.
A más de dos años y medio de la muerte el futbolista Emiliano Sala tras la caída del avión en el Canal de la Mancha, hoy empieza el juicio en un tribunal de Cardiff, en Gales, contra David Henderson, sospechoso de organizar el vuelo.
El hombre de 66 años está acusado de actuar de manera imprudente o negligente, al poner en peligro la vida de Sala por las condiciones del vuelo que organizó. En el pequeño avión privado, un Piper PA-46 Malibu, viajaban el jugador argentino, de 28 años, y el piloto David Ibbotson, de 59, cuyo cuerpo no fue localizado.
Henderson se declaró “no culpable” de infracciones a la legislación de navegación aérea en una comparecencia en octubre de 2020 ante el tribunal de Cardiff. Originario del norte de Inglaterra, fue liberado bajo fianza, en espera del proceso.
El vuelo
Los investigadores consideraron que el vuelo no fue conforme las reglas aplicadas a vuelos comerciales. El piloto navegó a vista, de noche, en condiciones meteorológicas difíciles y no tenía licencia para pilotar ese tipo de avión o para volar de noche.
El avión llevaba una velocidad de 435 km/h al hacer impacto con el agua, según la AAIB, que descartó cualquier posibilidad de sobrevivir. El vuelo fue fletado por el piloto británico David Henderson por pedido del intermediario Willie McKay y su hijo Mark, contratados por Nantes para realizar la transferencia de Sala.
El club de Cardiff aseguró haber propuesto un avión comercial para transportar al jugador, quien lo declinó. Antes de tomar el pequeño avión privado, Sala expresó preocupación por el estado del aparato.
“Estoy aquí arriba del avión que parece que se está por caer a pedazos. Me estoy yendo para Cardiff”, dijo Sala en un audio enviado a sus amigos por WhatsApp y agregó: “Pero ya saben, papá, que tengo miedo”.
El cuerpo del jugador, fue encontrado en la carcasa del avión, después de una intensa búsqueda, más de dos semanas después del accidente, a 67 metros de profundidad.
En el informe final, publicado en marzo de 2020, la oficina británica de investigaciones de accidentes aéreos (AAIB) determinó que el piloto perdió el control del aparato durante una maniobra efectuada a una velocidad muy elevada, “probablemente” para evitar el mal tiempo.
El aparato se habría dañado en esa maniobra, y los investigadores creen que el piloto “probablemente” se intoxicó con monóxido de carbono del sistema de escape del motor.