Estamos en un período de regreso de muchas cosas, y de pérdidas de otras. Hay cuestiones buenas y cuestiones malas, eso es lo que implica Javier Milei y lo mismo hubiera ocurrido con Sergio Massa.
Entre “lo bueno” uno podría esperar de Milei, puede ser que va haber menos “despilfarro de dinero”, más control, más ajuste del Estado para poder gastar lo que realmente podemos, una recuperación de la economía, una emisión del peso que tenga respaldo, menos clientelismo político, más generación de puesto de empleos y menos subsidios, más control de esos subsidios para aquellos que lo necesitan.
Dentro de “las malas”, la incertidumbre. ¿Le va a ir bien? ¿acaso cuando recorte gastos del Estado le va a quedar una gran masa de desempleados? ¿van a ser justos esos recortes? ¿qué va a pasar con los derechos adquiridos? Estas son algunas cuestiones que generan miedo a aquellas personas que no optaron por no votar a Milei porque tiene miedo que el remedio sea peor que la enfermedad.
Dentro de todo esto, quiero meter al periodismo: venimos de décadas en el que el periodismo fue mutando. De hacer periodismo realmente objetivo, se pasó a hacer periodismo militante. Llegó un momento en que si vos no estas de un lado o de otro y no militas, no sos periodista. Se ha desvirtuado realmente la tarea del periodista profesional.
Por eso también esta es una época de cambios, no solo para la política, sino también para la forma de ejercer periodismo, y también para las audiencias, para que dejen de esperar que un periodista les diga cómo tienen que pensar, cómo tienen que indignarse. El periodismo tiene que volver a sus bases, menos militancia y más profesión.