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Un entrenador de fútbol fue condenado a 24 años y 6 meses de prisión por abusar de tres nenes

Los jueces consideraron que el hombre fue responsable de los delitos de “abuso sexual simple agravado por ser el imputado el encargado de la educación» y “abuso sexual con acceso carnal agravado por ser el imputado el encargado de la educación reiterado por lo menos en tres oportunidades”. Las víctimas solían asistir a una cancha ubicada dentro del Barrio 31.

Un hombre que se desempeñaba como profesor de fútbol en una canchita del Barrio 31 fue condenado a 24 años y 6 meses de prisión por haber abusado sexualmente a tres niños que asistían a sus clases.

Los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional Nº 29, Juan Ramos Padilla, Cecilia Maiza y Gustavo Goerner, consideraron que el hombre fue responsable de los delitos de“abuso sexual simple agravado por ser el imputado el encargado de la educación” y “abuso sexual con acceso carnal agravado por ser el imputado el encargado de la educación reiterado por lo menos en tres oportunidades”.

El tribunal dispuso que una vez que el fallo quede firme se disponga la extracción del perfil genético del condenado para ser remitido al Banco de Datos Genéticos vinculados a delitos contra la integridad sexual. Los fundamentos de la sentencia se conocerán el próximo 7 de abril.

Dos de las víctimas son hermanos y realizaron su declaración mediante Cámara Gesell mientras que el otro declaró durante el debate pues ya era mayor de edad. Además del análisis de las declaraciones en Cámara Gesell, la fiscalía tuvo en cuenta los informes psicológicos y psiquiátricos realizados por el Cuerpo Médico Forense, que dieron cuenta de la solidez de los relatos y cómo habían resultado afectados los niños por estos abusos.

La fiscalía mencionó que el hombre de 19 años llevaba a las víctimas a los mismos lugares para concretar los abusos y buscaba esos sitios para garantizarse impunidad. Las amenazaba para que no contaran nada e incluso llegó a decir que tenía una enfermedad en la cabeza que solo se podía curar si una de las víctimas tenía relaciones sexuales con él.
“Se acercaba a niños carentes de figura paterna y se ponía en ese rol como forma de lograr su propósito”, agregó el fiscal. El entrenados “hacía regalos” a los niños: botines, camisetas, plata y hasta, en una oportunidad, un teléfono celular, como parte de su maniobra para mantenerlos en silencio.