El detenido por abuso sexual y privación de la libertad a una chica de 21 años tiene problemas de convivencia, ataques de furia y ya fue cambiado de pabellón.
Rodrigo Eguillor, el joven detenido por abuso sexual y privación de la libertad a una chica de 21 años, momento que fue registrado en un video que generó un gran revuelo en redes sociales, principalmente luego del descargo del acusado a través de sus cuentas, ya lleva 44 días detenido en el Complejo Penitenciario Federal II de Marcos Paz y es considerado un “interno de riesgo” debido a que protagonizó diferentes incidentes.
Entre otras cosas, el 24 de diciembre, en la previa de la Navidad, arrancó el inodoro de la celda en la que se encontraba y manifestó a los guardias: “Lo rompí y no pienso limpiar nada de acá, eso lo van a hacer ustedes”. Entre ataques de furia y peleas con otros internos, Eguillor fue cambiado de pabellón y es monitoreado constantemente por los oficiales del servicio penitenciario.
Según publicó Clarín, el joven comenzó a mostrar su “problema con los límites” desde su llegada a la Unidad 28 (la alcaidía de Tribunales), donde estuvo antes del traslado a la cárcel. Luego de su ingreso al penal, fue derivado al pabellón de agresores sexuales, donde se encuentra el futbolista Jonathan Fabbro, procesado y con prisión preventiva por el presunto abuso y corrupción de su propia ahijada.
Sin embargo, allí también empezó a tener problemas de convivencia con los internos. Sus abogados pidieron su excarcelación mientras avanza la causa, pero la Cámara Federal Nacional de Apelaciones se lo negó y ratificó el fallo que lo procesó con prisión preventiva porque consideró que existe riesgo de fuga y que se lo acusa de un delito que prevé penas de prisión de cumplimiento efectivo.
Desde su detención, Eguillor fue evaluado en varias ocasiones por el Cuerpo Médico Forense y, aunque presenta un grave trastorno sociopático de personalidad con abuso mixto de drogas, consideró que “tal condición no afecta su normalidad desde la perspectiva psicojurídica y que contó con adecuada comprensión y dirección de sus acciones”. A su vez, fue derivado al programa PRISMA, la unidad de salud mental del Servicio Penitenciario Federal, donde no se detectó “clínica en agudo”, es decir, que no está loco y que deberá continuar en la cárcel.